Antes de escribir este post estaba pensando si realmente lo que sucedió fue lo que yo pude sentir en ese momento, me negaba a pensar que por ir en una silla de ruedas te puedan discriminar o hacer de menos pero ahora mismo y con la mente despejada estoy convencido de que fue así o tuvo mucho que ver.

La historia es simple, ayer Lunes, fuimos un grupo de 5 personas a picar algo por Cimadevilla, el antiguo barrio de pescadores de Gijón y un lugar muy recomendable para conocer si os acercáis a la ciudad, pues bien, mi amiga Conchita era la que invitaba y elegía sitio (como para no -;), el lugar que suele frecuentar tenía la terraza cerrada y nos dio por entrar (en mala hora) a un local en el que yo hace un año había cenado, Casa Fede.

Conchita va en una silla de ruedas, esto no la hace diferente a las otras 4 personas que estábamos allí pero tiene otras necesidades de acceso y espacio, en la terraza no se estaba bien y hacía frío, así que entramos dentro de la sidrería, de unas 6 o 7 mesas, había en una esquina dos mesas libres, una cuadrada y otra redonda…

Estaban libres como digo y nos dispusimos a sentarnos cuando de muy malas formas desde la barra nos dicen; «no pueden cenar ahí», nosotros, extrañados, preguntamos el por qué y replica el que parecía el encargado o dueño; «Es una mesa de 4 y no pueden sentarse 5», yo intento razonar y le digo; «a ver, hay una mesa al lado y como dice no está ocupada, ¿no podemos juntarla» , el dice que no y cuando nos estábamos marchando de muy mala hostia por cierto, el, muy nervioso, intenta justificarse y me dice; «el motivo es que no podemos juntar una mesa redonda con una cuadrada…» (soberana gilipollez cuando por mucho que se juntase no afectaba a ningún paso posterior ni nada, estaban pegadas a una pared)

Conchita, que es abogada al igual que su marido que también es uno de mis mejores amigos, Fernando, pidió una hoja de reclamaciones pero como digo, estábamos de tan mal café ya, que ni esperamos a la hoja o para hacer honor a la verdad, ni le dimos tiempo a buscarla porque nos marchamos entre reproches de Conchita que estaba muy ofendida y las excusas sin sentido de alguien que intentaba defender lo indefendible.

Fernando en SinLaVenia ha publicado una entrada sobre este desencuentro, como le digo en los comentarios, no espero en los tiempos que corren que alguien, por ir en una silla de ruedas te trate mejor, vale, queremos igualdad pues igualdad pero…de ahí a que te traten como a un apestado hay un mundo y así y todo, ese «apestado» tendría derecho a que le traten como a una persona.

Así que «Sr Fede» (Sidrería Casa Fede, así se llama), me va usted a perdonar pero debo ser presa de una teoría de la conspiración que deriva en un pensamiento o manía persecutoria muy orientado a que lo que quizás le molestaba era que la silla de ruedas rompiese su armónica decoración porque en estos tiempos de poco consumo, crisis y esas cosas, excusas del tipo «no puedo juntar una mesa cuadrada con una redonda» me resultan pobres, máxime cuando por el medio de su boca no salió un mísero; «no se preocupen, se sientan 3 en una mesa y dos en la de al lado».

Pero si, debo ser presa de esa teoría de la conspiración y al final será como dice mi amigo Fernando, estaba esperando cubrir las dos mesas con comensales diferentes para hacer más caja (algo muy loable en la época del libre comercio y ¿derecho de admisión?), y tener quizás un grupo de gente con más caché...Lo siento pero yo no lo percibí así y no lo dices tu Fernando sino yo.

No se preocupe Sr Fede, nos fuimos a «La más Barata», arrocería buena y como dice el nombre, barata que podéis visitar en Gijón y Oviedo y allí, no creo que por la silla de ruedas sino porque son unos profesionales, nos recibieron, atendieron y despidieron de puta madre pero…tenía usted razón, sólo pagamos (Conchita por cierto-;) 59 €, poco negocio para un lugar como el suyo de tanto nivel…

Mi tono es duro, lo sé, la sensación que viví ayer mucho peor.

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